ESCRIBIDME A
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SARA MONTIEL
"EL ROSTRO MAS BELLO DEL CINE"
Mi propósito al escribir este articulo, es simplemente rendir un homenaje muy merecido a una mujer que de la nada supo alcanzar el crepúsculo de los dioses, y al mismo tiempo mezclo mis vivencias personales, ya que yo asistí en los estudios ballesteros, junto a Juan A. Barden, para entremezclar en el guión parte de mis ideas sobre el film Variettes, espero sea comprendido y ella, esté donde esté, me agradecerá el gesto
Establecer un lugar dentro de mi CINEPARAÍSO para una mujer como SARA MONTIEL, no es tarea fácil, mi web está compuesto por actores y actrices que de alguna forma alzaron las columnas que sostienen la magia de la historia del Séptimo Arte, pero si dentro de este grupo de profesionales, puede tener cabida el fulgor de una “estrella”, sin la menor duda, quien se alza con mas merito es una muchacha manchega, de Campo de Criptana, cuya vida la dedicó en cuerpo y alma al mundo del espectáculo. De esta forma el brillo de los muchos nombres que le acompañan en mi CINEPARAISO, cobra mayor relieve, porque ella tiene suficiente categoría como para ser “objeto de deseo” de cualquier Luís Buñuel que se precie y hacer que nuestros ojos se llenen de color ante una belleza sin comparación posible. Ella es en sí, la perfección de unos rasgos trazados con pincel de oro y atributos de diosa, volcados sobre un cuerpo esculpido para la ensoñación de sueños inconfesables. Nadie podía pensar que, en aquel lugar de La Mancha, un día de Marzo, de un año cualquiera, el viento de sus molinos traerían sobre la aridez de una tierra que me recuerdan a Tara, el marco de mi inolvidable LO QUE EL VIENTO SE LLEVO, una estrella desprendida de las propias constelaciones.
En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre sí quiero acordarme, no ha mucho tiempo que nacía, el 10 de Marzo de 1928, una mujer a la que pusieron por nombre Maria Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora Abad Fernández, nombres que más tarde se convertirían en una estrella capaz de cruzar todas las constelaciones, estableciéndose en el centro de todas, para gloria y fortuna de cuantos alguna vez hemos alzado la mirada al cielo y vemos su brillo incandescente, dejando caer uno a uno sus dones, como maná, con los que fue obsequiada un 10 de Marzo, como regalo de dioses. No voy a analizar su trayectoria artística, ni a escribir un simple artículo frío e impersonal, pues son muy numerosos los existentes y carecen de originalidad. Yo voy a rendir mi tributo a la mujer que supo sobresalir de un lugar compuesto de poesía, calor y tierra roja, atravesando todo tipo de obstáculos y seguir con la mirada puesta en un lejano horizonte, como aquella niña de largos tirabuzones que soñaba con el mundo de Oz, con la magia de un Mago, en un lugar en donde los sueños y la fantasía toman cuerpo. Solo que esta vez el camino de baldosas amarillas lo haría en la más absoluta de las soledades, apresando para sí el color de un arco iris que le iba marcando su camino a seguir. También quiero que mis palabras sean el resultado de una admiración personal hacia uno de los rostros más bellos y cuya perfección es indiscutible, junto con un homenaje de gratitud, admiración y respeto a la amiga, a la persona, al ser infinitamente humano que existe tras su nombre y que pocos conocen. Si con ello puedo herir sensibilidades ajenas a su persona, lo siento, si con ello pueden enturbiarse nombres que van cosidos al suyo como la sangre a la herida, también lo siento. Pero ella abarca mucho más de lo que se pueda imaginar, tanto que hasta su mismo nombre, puede quedar disminuido y dejar en el lugar que corresponde el que a mí me interesa, que es Maria Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora.
La imagen que los medios de difusión ofrecieron de ella, nos han mostrado una personalidad interesada, capaz de embarcarse en naves de rumbo surrealista y a veces caótico. La mentira ha brillado sobre su bello rostro y ha llenado portadas de revistas con fines especulativos. Quiero aclarar que para nada María Antonia Abad Fernández o Sara Montiel son portadoras de tan bajas banalidades, propias de otras figuras, incapaces de afrontar un ocaso artístico. Sara está por encima de todo este carnaval y si algo de culpa puede atribuírsele, los medios deberían afinar su punto de mira y dar en un blanco que precisamente no está en su dirección, sino en la corte que la envuelve, le asesora y la maneja a su antojo, con fines puramente especulativos. SARA ha regalado tantos y tan buenos momentos a lo largo de su vida artística, que me niego en rotundo a ver el lienzo Picasiano que está ofreciendo. Es y será una estrella que pertenece por derecho propio y con letras de oro a la Historia del Cine Español. Eso es mas que suficiente para barrer de cualquier mente pensante el cargamento de basura que transporta esa nave que naufraga sin rumbo.
Las películas de Sara causaban tal sensación que se estrenaban en lugares tan lejanos como El Cairo y Bombay. En París eclipsaron a títulos tan célebres como Trapecio (con Burt Lancaster, Tony Curtis y Gina Lollobrigida) y obligaron a aplazar los estrenos de El puente sobre el río Kwai y de Una parisina de Brigitte Bardot. En una ocasión la actriz acudió al Festival de Venecia con su marido Anthony Mann, que presentaba su nuevo filme, y la popularidad de ella era tal, que la aconsejaron que no acudiese para no eclipsarle a él. En el Festival de Cine de San Sebastián de 1958, Sara permaneció firmando autógrafos durante una hora y cincuenta minutos. Años después, con motivo de su segunda boda en el Vaticano, fue recibida por Pablo VI, quien se declaró admirador suyo. Pueden existir contradicciones entre Antonia y Sara; una, es la mujer que sostiene la mascara de la que el mundo venera de forma incondicional y si en una, la humanidad mas loable es su lema, tal vez tropiece en ocasiones con la ambición que conlleva una fama labrada a fuerza de contratiempos, de adelantarse a su época y de querer ser siempre eterna primera figura. Ese punto de egocentrismo y divismo tan suyo, formará siempre parte de su imagen, de otra forma, dejaría de ser SARA MONTIEL. La humanidad de la primera se funde ante mis ojos, con la metamorfosis palpable de la segunda, creando a pesar de todo un nombre para la historia:
En el año1971, José Antonio Bardem comenzaba a dirigir VARIETTES, con un reparto de actores como Vicente Parra, Antonio Ferrandis, Emilio Laguna, Rafael Alonso..Su argumento no puede ser mas interesante...Una compañía de variedades recorre España de ciudad en ciudad entreteniendo audiencias y ganándose la vida, con un cierto tedio de hacer siempre lo mismo, tener que coger trenes continuamente para cambiar de ciudad, etc. Ana Marqués (Sara Montiel), es la segunda vedette de la compañía donde la estrella principal es Carmen Soler (Trini Alonso) que se resiste pese a su edad a dejar el estrellato y mientras Ana espera una oportunidad para demostrar su talento. Al mismo tiempo, intenta desengañar a Miguel (Vicente Parra) que se encuentra con el problema con que su familia es de alcurnia y no aceptan a Ana por su oficio y al final la deja, conociendo Ana a un empresario que le ofrece teatro y estrellato a cambio de su amor. Al principio Ana acepta con sacrificio pero finalmente se enamora del empresario Arturo Robles (Chris Avram)...Se trata de una película que acusa el problema principal que tenía y que ella misma declaró en sus memorias, es decir, la facilidad que tenía desde niña para ganar peso y que se puede apreciar en "Yuma" cuando hace de india. Sin embargo, tres años antes, en Veracruz que hace de mexicana Juarista, estaba más delgada. Como una gran mayoría de mujeres y hombres se pasan la vida haciendo dieta. Los números musicales no son del todo desconocidos, ya los hemos oído anteriormente, pero para mi gusto tienen el atractivo de estar pensados para el lucimiento de una mujer muy lejos de aquel inolvidable "El último cuplé"
EL COMIENZO DE UNA BELLA AMISTAD
El Teatro de la Zarzuela de Madrid se preparaba para estrenar un espectáculo insólito, era el año 1970 y nunca hasta ahora, Sara Montiel había actuado en un recinto donde se representaban operas, zarzuelas y recitales de cantantes de enorme talla internacional. Su fama le venía de la gran pantalla, y sus películas se seguían viendo con la misma admiración que todos la contemplamos en aquel inolvidable film "El último cuplé". La publicidad que se empleó para este acontecimiento no tiene comparación posible y los anuncios de su espectáculo estaban por toda la ciudad de Madrid. "SARA MONTIEL, EN PERSONA", así se llamaba el espectáculo y las entradas para su estreno se agotaron en poco tiempo. Mis recuerdos de aquellos días los tengo infinitamente nítidos, es como si hoy mismo esos carteles siguieran pegados sobre las paredes de mi ciudad y el corazón me palpitara ante el acontecimiento. Yo percibía a Sara como un autentico monstruo sagrado de la pantalla, sus películas, y su forma de decir las canciones forman ya parte de la sintonía de mi vida y siempre estarán presente, porque son capítulos de mi historia, de mis años jóvenes, de mis locuras de adolescente, de mis escapadas hacia la nada, y en todos los caminos la luz, el color y la voz de Sara formaban un adagio del que no he podido escapar y cuya lentitud musical me envolvía. Antes de ver el espectáculo escribí un articulo sobre ella en la revista Fotogramas, titulado “SARA MONTIEL, EN PERSONA”, Mi escrito salió publicado. Aquel fué el inicio de algo increíble, algo que dió comienzo a la esperanza y destrozó la monotonía de mis días, abriéndome de par en par un mundo desconocido, en el que yo me arrojé de cabeza, sintiendo el placer de sus aguas dando calor a mi piel. Creo sin lugar a equivocarme que aquel año 1970, con apenas 23 años, el mundo se transformó completamente, ofreciéndome una realidad a la que yo siempre sentía lejana. Aquel pequeño artículo cayó en manos de Sara.
Cuando se iba a presentar su espectáculo, recibí en mi domicilio una llamada de su secretario, en la que me decía que Sara Montiel quería conocer personalmente al autor de un comentario escrito sobre ella en la revista Fotogramas y que me personara ese mismo día sobre las cinco de la tarde en el Teatro. Huelga decir que el mundo ya no era el mismo, mi humilde artículo había caído en sus manos y quería verme. ¿seria una broma?, hasta que no entré en el interior del Teatro y la tuve delante de mis ojos, no supe que también los sueños a veces se convierten en realidad.
Allí estaba, con una bata verde, el pelo peinado hacia atrás y clavando en mí aquellos ojos maquillados, que brillaban intensamente. Me pareció la mujer mas bella que había visto nunca. Su voz era la misma que había oído mil veces en sus películas. Esta claro que aquella vez tenía delante a Sara Montiel.
"Hola… me han dicho que te llamas Juan, es un bonito nombre".
Aquella frase fué la primera que le oí pronunciar y mis nervios me traicionaron, porque no recuerdo lo que contesté. Solo supe que después tenía en mi mano una invitación para el estreno, a la que se sumaron más invitaciones en los años próximos cuando estrenó otros espectáculos. Mi primer encuentro fué asi..... Antonia apareció mucho tiempo después, cuando trabajaba en Varietés e íbamos algunos días, a tomar una copa a Oliver, una cafetería muy de moda en aquellos años. Solo puedo apuntar de ese mi primer contacto que, a pesar de no ser muy alta, tenía un rostro casi perfecto y su perfume, aún parece que flota, lo siento y aspiro como si fuera ahora ese momento y el tiempo no hubiera pasado. Desprendía un algo sobrenatural, nerviosa, tensa, pero con una aureola que solo poseen los grandes y no cabía la menor duda, el personaje era enorme. Marlene Dietrich le dijo en una ocasión que vistiera siempre de rojo, negro y blanco, ahora comprendo el porqué. Sara nunca estuvo más bella que cuando lució en su vestuario esos colores. Marlene sabía muy bien adonde llegaría aquella española que vivía en hollywood y quiso indicarle los colores con los que resaltaría su brillante pelo negro y un rostro que parecía creado para ser admirado eternamente.
Antonia, como a mi me gusta llamarle, no tiene nada que ver con Sara, es otra mujer totalmente distinta, desde los pies a la cabeza. La enorme generosidad, bondad y sinceridad de Antonia, chocan con el enorme egocentrismo y divismo de la estrella internacional, es un caso claro de doble personalidad de los muchos que han abundado en el mundo del teatro o el cine. Me recuerda en muchas ocasiones a mi querida Vivien Leigh y su Blanche Dubois de UN TRANVÍA LLAMADO DESEO. Viv nunca pudo, ni quiso deshacerse, ni de Scarlett, ni de Blanche, viviendo una de las más angustiosas existencias que se recuerdan de doble personalidad en una actriz. Viv a veces se despertaba por la mañana y no sabía si estaba en New Orleáns dando vida a Blanche o en la misma plantación de Tara, esperando que en cualquier momento entrara Mamy para vestirle.
Algunos de estos comentarios datan de los años, entre 1970 y 1974, cuando Antonia interpretaba uno de sus más sólidos trabajos, "Varietes", otros fueron cuando ya estaba casada con Tous, pero mis primeras conversaciones fueron en el interior de los desaparecidos Estudios Ballesteros, donde se rodaba la película.
¿Cómo llegué ahí?....A veces me cuesta creer que yo viviera semejantes momentos y no pueda volver a ellos, apresando la cadena del tiempo, pero es lamentablemente, no es posible…... Por aquel entonces, yo acababa de regresar de Paris, aún no desempeñaba mi trabajo de Asesor Financiero en una Entidad Bancaria, y gozaba de cierta libertad. Se ha escrito mucho sobre Sara, se han inventado historias que para nada tienen que ver con la realidad, y le han levantado falsos testimonios personas que se decían "íntimos". Antonia abarca actualmente todo un historial digno solamente de los nombres grandes del espectáculo. Yo a Sara Montiel no puedo considerarla una actriz en el amplio sentido de la palabra, porque no creo que lo haya pretendido nunca, o tal vez no se lo permitieron, no lo puedo afirmar, pero si que me quedé inmovilizado ante su brillo, ante su fama, su historia, su trayectoria artística, su conocimiento profesional de una simple cámara, sus frases y la enorme lista de personalidades que conoció y que de alguna manera han tenido que ver con aquella niña que un día abrió los ojos en las llanuras áridas de Campo de Criptana. Nombres que pertenecieron a la política franquista de la época, altos cargos de los medios televisivos y radiofónicos, a los que ella se acercaba, tal vez por interés, por cautela política de la época o por dar un aire diferente a su persona. Sara fue una institución digna de tener en cuenta, y estoy convencido de que saldrán a la luz todos aquellos momentos con las personalidades que frecuentó, de la misma forma que ahora esos mismos testimonios enmudecen ante los medios. Lo que si puedo decir es que Antonia es una mujer única, que personas de su talla no existen, que seres con su bondad no se encuentran por el mundo y ese, y no otro motivo ha sido el que yo me ponga ante cientos de cuartillas, dispuesto a narrar, a través de la visión y vivencias de un hombre maduro, que a sus 23 años tuvo el privilegio de convertir en realidad la frase final de un film mítico.
En los Estudios Ballesteros de Madrid presencié la realidad que se ocultaba tras la mascara de la estrella, quedé paralizado ante su humanidad, y tremenda profesionalidad, rodeada siempre de una corte de seres sin escrúpulos que no hacían más que succionar la sangre que corría por sus venas, con mentiras y halagos. Mi presencia en el rodaje de VARIETES no viene al caso, pero sí puedo decir que estuvo relacionado con el guión que Juan Antonio Bardem había escrito, basándose en su film CÓMICOS. Antonia me quiso tener a su diestra para gozo mió y estupor de los cortesanos que la invadían, sé que algunos se opusieron a que pisara los Estudios, pero ella me quería allí y ahí estuve, uno de ellos fué Pepe Tous, que me miraba con no muy buenos ojos, pero entonces él no tenía suficiente influencia sobre Antonia. Estuve muchos días a su lado, para gozo mío y creo que para satisfacción de ella, pues muchos detalles, por insignificantes que fueran con su trabajo, me pedía opinión….. Seguía siendo el hombre más feliz del mundo.
Solo un pequeño detalle para aclarar como era Antonia:
Una tarde, mientras se rodaba la primera parte del tango Celos, solo las secuencias de los bailarines, porque hasta el día siguiente no se rodó su inenarrable bajada por la blanca escalera, entró en los Estudios una actriz de teatro, preguntando por ella. Yo, que estaba cerca le acompañé hasta donde Antonia estaba sentada, viendo los ensayos del baile, La mujer le dijo:
"Sara no tengo para comer, no me llaman para trabajar, ¿podrías ayudarme, aunque fuera poco?.
Yo sentí como se erizaban los vellos de mi joven cuerpo, y un sudor frío me hizo quedar inmóvil, mientras los demás hacían intención de apartarla de Antonia. Pero acto seguido, ella abrió su bolso, saco varios billetes verdes de 1000 pesetas y arrugándolos, se los entregó a la mujer, mirándola con una ternura que aún recuerdo. No pronunció palabra, pero se levantó del asiento y se perdió entre la oscuridad del plató, dirigiéndose al camerino. Su altivo secretario y Pepe Tous acompañaron a la mujer a la puerta y sin decir palabra se marchó, pero yo pude ver cómo en los ojos de la madura actriz, había lágrimas. Esto nos da una idea de la clase de persona que había tras el sonoro nombre de SARA MONTIEL.
Quiero aclarar que las conversaciones que mantuvimos, fueron en Oliver la mayoría, y siempre cuando podía quitarse de encima su corte. Era como si yo le diera confianza, como si tuviera un ángel en mi rostro y Antonia me necesitase, también ella sabía que yo me moría por saber; el cine y ese mundo era todo para mí. Han pasado años, es difícil escribir exactamente sus palabras, el tiempo juega malas pasadas al cerebro, pero puedo asegurar que la esencia de nuestras conversaciones está intacta en mí y seguirá así por muchos años que transcurran. Años después en otros espectáculos que representó en Madrid con rotundo éxito, Pepe Tous hizo lo posible por tenerme lejos, pero siempre Antonia salía a mi favor, y presencié muchos momentos de éxito entre cajas y aprecié mucho más la enorme profesionalidad de una mujer que había abandonado el cine por decisión propia, a pesar de las muchas ofertas, para quemar sus días en los escenarios de Madrid, mas tarde por el mundo, hasta que empezó a hacer su aparición la crueldad de los años. Vicente Parra, que era su pareja en VARIETES, tenía todas las tardes que ir al teatro, junto a Lola Herrera en una obra que no recuerdo y se le veía nervioso, tenso. Cuando tenía que actuar con Sara, como por ejemplo en la secuencia del camerino, cuando él se refiere a que su vida era como una cometa, fue repetida muchas veces, el actor no se concentraba y acabó con los nervios de Bardem. Fue ella la que terminó ese plano, saliendo del encuadre y poniéndose tras la cámara, enfocó de forma diferente, colocó el objetivo y se repitió la toma. Valió a la primera, todos nos quedamos de piedra, al menos yo pensé para mis adentros, aunque luego lo hablé con ella, que podía haber sido una estupenda directora de cine. Vicente, gran amigo de ella y vecino, pues ambos vivían en la Plaza de España, era un hombre huraño, presumido, pendiente siempre de lo que la cámara podía extraer de él y de pocas palabras. Yo me llevé en esos días una cierta decepción con el actor. Años más tarde demostró en colaboraciones que hizo en cine, ya mayor, que no era siempre así, indudablemente tuvieron que pasar muchos años, después de aquel 1970. En los números musicales, que todos, absolutamente todos se rodaron en los Estudios, Sara imponía con mano dura su criterio, su bien saber y en esos momentos, el director Juan A. Bardem era menos importante, allí solo se hacia y se obedecía a la estrella, cosa por otra parte lógica, ya que mejor que ella nadie sabía cómo daba en primer plano, o cómo tenía que mover el blanco abanico de plumas, o cómo y a qué ritmo tenía que bajar las escaleras del tango de Celos. A simple vista podían parecer ataques de divismo, pero nada más lejos de la realidad, Antonia-Sara era una auténtica profesional, había aprendido mucho cuando estuvo casada con su primer esposo y estaba claro que la película iba a poseer el toque Montiel, eso nadie lo podía discutir. Se jugaba su nombre y aunque por entonces ya tenia 42 años, las arrugas ya eran visibles, Antonia las combatía con una crema que le traían de China, yo he sido testigo de como los milagros existen, pues nada más darse una pequeña capa antes de maquillarse, aquellas arrugas se iban a otros mundos, dejaban la cara tersa, lisa y con la enorme belleza de siempre. Nunca vi a una mujer transformarse de esa manera para el cine, creo que en estos momentos una frase que dijo Billy Wilder sobre Marilyn, viene perfectamente al caso:
"Puede parecer una mujer de lo mas normal, si no te dicen que es ella, ni te fijas, tampoco le ves que tenga posibilidades, en cambio en cuanto se le pone la cámara delante y se grita "acción", se trasforma y el resultado en pantalla es soberbio, único e increíblemente maravilloso".
Una tarde en Palma de Mallorca, sin que hubiera nadie presente y desde aquel mausoleo al divismo más apocalíptico que era su enorme residencia, vestida con una una bata blanca, sin maquillaje ninguno, con esa piel amarillenta que poseía cuando no contaba con maquillaje, cuando era la Antonia que admiro, sentados uno enfrente del otro, me dijo:
"Cada vez que me he enamorado ha sido siempre de hombres mayores y creo que eso ha sido porque buscaba la imagen de mi padre. Pero cuando murió, no lloré, ni sentí angustia por dentro. Sabía que contaba con todo su apoyo, el suyo y el de mi madre. Sé que estarán siempre conmigo....".
Antonia posee una enorme fortuna, tiene varias casas en Madrid, propiedades en Palma y muchos restaurantes de lujo en toda la isla, aparte del enorme ático que posee en Núñez de Balboa en el Barrio Salamanca de Madrid, donde vivía. Resulta evidente que aquella muchacha que un día salió hacia Orihuela, luchando contra el hambre y recogiendo papeles para luego venderlos por apenas 1 peseta, ahora es una de las mujeres más ricas de España, y su nombre se ha cruzado con otros de inmensa categoría....No voy a nombrarlos, sería una estupidez, porque todos los sabemos, pero a mi, que soy un cinéfilo recalcitrante, en uno de nuestros encuentros, le pregunté por dos de los nombres que más me interesaban: Marilyn y Brando.
"Conocí a Marilyn cuando estaba casada con Miller, este elemento era un pájaro de mucho cuidado, la ignoraba cuando la prensa no estaba delante. Cuando Tony y yo estuvimos en su casa, observé como Marilyn escuchaba embobada las palabras que pronunciaba su esposo, apenas dijo nada, pero tenía una tristeza tremenda y sentí lastima por ella. Era el clásico producto de Hollywood, una mujer muy bella...... Siempre que voy a Los Angeles acudo al cementerio donde dicen que está enterrada, y le llevo rosas blancas, que eran sus preferidas. Fue una crueldad lo que hicieron con ella, asesinándola."
"Marlon era un caradura, muy atractivo, poseía unos labios que quitaban el aliento y unas manos calidas y largas, pero siempre estaba hambriento. Entraba en nuestra casa como el que va de compras a un comercio, abría los cajones, rebuscaba y acababa directamente en la cocina. Le entusiasmaba la comida española y yo le hice varias veces los platos típicos de mi pueblo. Poseía un enorme corazón y ayudaba a todo el mundo, despreciaba su trabajo y eso es algo que no llegué a comprender nunca. Cuando le concedieron el Oscar por EL PADRINO no me extrañó nada que no fuese a recogerlo, Marlon era imprevisible."
Cuando Anthony Mann iba a dirigir la superproducción EL CID, antes de tener el reparto completo, el director habló con el productor Samuel Bronston para que su esposa interpretara a Doña Jimena, creía que nadie mejor que SARA MONTIEL podría dar vida a la esposa de Rodrigo Díaz de Vivar, una española, morena y de gran belleza, dirigida por su marido, nada podía ser mejor. Estaban ultimados muchos detalles, y hasta SARA hizo algunas pruebas de vestuario, se daba por contado que la pareja de Charlton Heston sería SARA MONTIEL, pero la estrella tenía un contrato ya firmado con Cesáreo González para hacer PECADO DE AMOR, LA REINA DEL CHANTECLER y LA BELLA LOLA. Las dificultades que le pusieron fueron enormes, exigían a Bronston una cantidad enorme de dinero por traspasar a SARA y que trabajara en EL CID, no olvidemos que SARA era una fuente de dinero inagotable, sus películas eran auténticos éxitos de taquilla y no fue una tarea fácil. Al final Anthony Mann tuvo que desistir de dirigir a su esposa, de incorporarla en una superproducción de esas características, y se contrató a Sofía Loren.
Dicen que los que escribimos somos portadores de sueños, almas que nunca lograron su objetivo en la vida e intentan conseguirlo sobre la blancura de unos folios. Hay parte de verdad en ello, y parte de mentira, cuando uno no alimenta su intelecto, otros lo harán; si tú no puedes probar bocado, otro te lo dará y así el hombre camina, en una sin razón que son las razones de que está compuesta el alma humana. Yo, debo decir hoy, que he conseguido hacer que mis fantasmas desaparezcan, que la niebla que acompaña a mis pesadillas el viento se la lleve, porque siempre siento sobre mi piel la compañía de hombres y mujeres que dan vigor y belleza a mi vida. Todos forman una galería personal llena de recuerdos, sé que ni ellos mismos adivinan desde su lejanía que existe un hombre que nunca dejará de darles su mano, sé que de entre todos, algunos son más míos que de ellos mismos, y también sé que soy el último hombre en la tierra que tiene derecho a tributarles nada, porque ni yo mismo comprendo la palabra tributo, cuando caminan, viven y los noto siempre vivos dentro de mi corazón. Los dioses nunca mueren, su estela de oro y luz permanece intacta en el crepúsculo en donde habitan, por eso los amo, los conservo en mí y escribo de forma a veces tan surrealista como mi propia persona. Quiero que mis sueños, mis fantasías y realidades sean compartidos con el mundo entero, deseo que millones de ojos lean mis textos, porque de esa forma mis despertares no tendrán ese sabor tan amargo. En la actualidad, lejos de fantasmas, nieblas y sabores ácidos, el tributo incomprensible se ha transformado en sincero homenaje hacia una simple amiga, hacia una mujer que aceptó la juventud de un hombre fuera de su entorno y supo enseñarle la palabra bondad y sinceridad en toda su magnitud. Ahora, al cabo de más de treinta años, me toca a mí, ese hombre, hacer volar mi mensaje hacia un mundo que espera, en honor a un ser nacido para la admiración y el culto, llamado SARA MONTIEL, aunque para mí seguirá siendo ANTONIA.
En uno de mis viajes a las llanuras de Don Quijote, tierra de gigantes, lugar de mis antepasados como es La Roda de Albacete, cuando el tren en que viajaba, llegó a la estación de Campo de Criptana, me bajé y anduve por sus calles, contemplando sus gentes, similares al pueblo a donde me dirigía; pero quise hacerlo aquella mañana y no me arrepiento, porque era como volver a vivir mis recuerdos e imaginar aquel pueblo años atrás, en 1928 cuando nació Antonia, caminé mucho, contemplé todo lo que mis ojos pudieron ver y recuerdo que conversé con una mujer mayor, que estaba sentada en la puerta de su casa, tenía el rostro enjuto, con marcadas arrugas y su ropa poseía el aroma del fuego de cualquier chimenea, al cobijo del calor. Le pregunté por la familia Abad Fernández, y más concretamente por Maria Antonia Abad Fernández. Recuerdo la conversación que mantuvimos, pero solo quiero entresacar de ella, estas palabras:
"Yo era vecina de Antonia y de su hermana Elpidia. La ví cuando regresaron de Orihuela. Era una belleza, una auténtica belleza. Todos estábamos siempre detrás de ella, era como si algo nos obligase a seguirla, a escuchar sus palabras, sus gracias, chistes..... Antonia entonces ya empezaba a acostumbrarse a vivir en Orihuela, pero cuando llegaba aquí, a su pueblo, su rostro y sus "ojicos" brillaban más, su negro pelo era más hermoso, parecía otra persona. Nunca he visto nada parecido, era tan "bonica", tan simpática. A veces me siento aquí en la puerta y espero verla como entonces.....".
Existe una frase que bajó un día empujada por el aire, el calor y el cielo siempre azulado de una tierra de gigantes, ¿la leí o la escuché de sus labios?, no puedo precisar, también... tal vez me la dijo la misma anciana...
En Campo de Criptana hay una leyenda muy popular, que solo los viejos recuerdan;
En las noches claras de Marzo, cuando el cielo está limpio, una estrella cruza el cielo de lado a lado, sobre los molinos de viento de la Empinada....Dicen que solo ocurre los días 10 de Marzo....
Mi propósito al escribir este articulo, es simplemente rendir un homenaje muy merecido a una mujer que de la nada supo alcanzar el crepúsculo de los dioses